Los partidarios de este noble deporte, reclaman para los arqueros el mérito de ser los fundadores de las primeras Sociedades Deportivas del mundo.
Estas fueron fundadas en el siglo XI con el objeto de ejercitarse en común con el tiro con arco, dando como motivo para asociarse, en sus estatutos, el que este ejercicio no sólo servía para preparar los arqueros para la guerra , sino también "para alejar al pueblo de la ociosidad y de los vicios".
Para formar parte de estas sociedades era preciso dar ciertas garantías de moralidad y someterse a ciertas formalidades para recibir el título de "caballero del arco", puestos bajo el patronato de San Sebastián. Los monarcas de todos los países fomentaron estas asociaciones.
Así, en 1733, el abad de Saint- Médard de Soissons, que, como sus predecesores, se titulaba gran maestre de los arqueros del reino, resucitó los antiguos reglamentos de Luis XI, fundando numerosas compañías de arqueros propiamente deportivas. Estas compañías desaparecieron durante la Revolución de 1789; pero en 1800 volvieron a renacer, propagándose hasta nuestros días en Inglaterra, Bélgica, Holanda, Países Escandinavos, Suiza, Italia, Francia y América del Norte.